domingo, 19 de junio de 2011

                                            FRACASO ESCOLAR                                                  



Con toda certeza, lo que más nos preocupa, hoy, de nuestra infancia, de nuestros jóvenes, es la magra calidad de la educación que reciben, la pobreza de sus aprendizajes y, con temor y dolor, observamos cómo miles de ellos son víctimas y/o victimarios de las múltiples formas de la violencia social. En verdad, nos pasan verdaderas "tragedias en el campo de la educación"; de ellas, la más importante es el fracaso educativo y el fracaso escolar. Dos fenómenos que no dejan de crecer en términos cuantitativos y cualitativos y que ya se han constituido en un problema social que va más allá de las instituciones específicas que se ocupan de la educación.

Cuando el fracaso pasa en nuestra familia, con nuestros hijos, en nuestra comunidad, nosotros decimos, con rapidez, que se debe a la escuela, a los docentes o se debe al Estado y sus gobiernos. Pero la responsabilidad de estas instituciones es sólo una parte; pocas veces pensamos que las raíces están en los procesos sociales, en las familias, en las comunidades, en los barrios, en las carencias sociales y culturales. Procesos sociales que no están o que están de manera disruptiva, de manera negativa, de manera violenta para que crezca, se desarrolle y eduque nuestra infancia.


Los docentes suelen referirse a este aspecto de la educación, como que los niños no tienen "hábitos de orden, aseo, estudio, de hacer las tareas y deberes, de razonar, de relacionarse bien con los compañeritos, etcétera". Argumentan que debían haberlos logrado en la familia y en los jardines de infantes. Siempre se atribuyeron estas fallas a los hogares pobres y marginales. Tenemos la impresión de que, como producto de la crisis social vive intensamente  y su impacto sobre las funciones de crianza en las familias, el fracaso educativo se ha extendido a los sectores medios en general y los que conforman "los hijos de los nuevos pobres". Por ello, las cifras del fracaso se han incrementado de modo alarmante.

Todos involucrados. El fracaso escolar, en cambio, es un fenómeno que remite no tanto a no aprender, sino a no aprobar evaluaciones, a no acreditar y graduarse, a repetir cursos, a desertar del sistema educativo; o a lograr muy pobre dominio de conocimientos y herramientas intelectuales para pensar, estudiar y aprender sistemáticamente, que lo habiliten para completar un plan de estudios y para el empleo calificado. Aquí se trata de un fenómeno observable y cuantificable; que es cada vez mayor y que las reformas educativas no han logrado revertir. Tradicionalmente fue asociado a la escuela primaria y secundaria y a los niños pobres y urbano-marginales. El hecho de que el fracaso escolar aparezca en la educación superior y en las universidades y afectando a las clases medias, está dando la significación y magnitud del problema.

Los debates sobre causas y culpables suelen arribar al mismo punto: achacar su fracaso al nivel escolar anterior; la universidad a la escuela secundaria, ésta a la escuela primaria y ésta a las condiciones sociales y el desinterés de las familias. Tenemos, en cambio, una hipótesis fuerte sobre sus causas: creemos, y nuestro material empírico de investigación nos lo confirma, que el fracaso escolar está precedido del fracaso educativo. En la medida que un sujeto carezca, no haya logrado, los organizadores cognitivos y psíquicos básicos que se necesitan adquirir en la primera infancia, no podrá organizar sus aprendizajes escolares, su tiempo de estudio, el uso de recursos y técnicas para la actividad intelectual y, lo más importante, no podrán afrontar las evaluaciones y aprendizajes cada vez más complejos y abstractos.

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El fracaso es un mecanismo de exclusión educativa, de privación del capital cultural y, en la sociedad del conocimiento y la competencia, un mecanismo de exclusión social. En el decir de Pierre Bourdieu, "... La dominación fundada en el capital cultural es mucho más estable, mucho más fuerte, que una dominación fundada solamente en el capital económico".

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